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Esta semana nos manda su testimonio la mamá de Valeria, que ya tiene tres añitos y medio y nos cuenta desde Madrid cómo fue el proceso desde que le detectaron CIR en el embarazo, pasando por sospechas de alergias, vómitos, lágrimas hasta la actualidad. Toda una historia que dará mucha esperanza a los papás que se encuentran aún al inicio de este camino y no ven la luz al final del túnel… Pero llega.
«En la semana 29 me detectaron un embarazo CIR, porque mi bebé era mas pequeño para su edad gestacional.
En la semana 30 me recomendaron reposo relativo, dieta hipercalórica y ecografía cada 15 días. En ese momento cogí la baja laboral.
Cada quince días me hacía la ecografía. El feto crecía, pero no al ritmo que le tocaba. En la semana 34, me inyectaron corticoides para la maduración pulmonar.
En la semana 35, me provocaron una cesárea. Mi niña fue directa a neonatos. Allí estuvo 27 días. Nació con 1.580gr y 42 cm.
Me pasaba las horas sacándome la leche para llevarla a la incubadora y que la tomara con una jeringuilla. Luego empezó a tomarla con biberón.
Empezó a hacer las cacas con un pequeño hilo de sangre. Me suprimieron de mi dieta la leche y sus derivados, el gluten, y los frutos secos. Pese a ello, la niña seguía haciendo la caca con un leve hilito de sangre. Finalmente, sin ningún analítica que lo confirmara, la diagnosticaron alergia a la proteína de la leche de vaca, y la niña comenzó a tomar leche hidrolizada.
A los 27 días nos fuimos a casa, con la indicación del pediatra de que comiera cada 3 horas, y la despertara para comer, por lo menos hasta que cogiera los 3,500kg.
Las tomas se hacían eternas, apenas había terminado una, cuando ya tenía que empezar a preparar la otra. Mi niña cogía peso, pero no suficiente como para recuperarse.
A los 4 meses me mandaron introducir los cereales, por aquello de que «engordan». Es cierto que algo hicieron, pero milagros ninguno.
A los 5 meses, y dada la poca leche que la niña tomaba, el pediatra me indicó que probara con la alimentación complementaria, pero siempre enriqueciéndola con leche. La cosa cambió un poco, parece que la AC hizo algo, pero tampoco milagros.
En cualquier caso, mi niña ha sido siempre muy muy vomitadora. Como os podéis suponer, la presión social ha sido brutal, porque siempre me decían que si la niña vomitaba era porque le daba de comer más de lo que podía comer….
A los 6 meses, le hicieron pruebas de alergia y gluten, y todo dio negativo, por tanto empezamos con leche de fórmula normal.
A esa edad, yo tuve que incorporarme al trabajo, y mi niña tuvo que ir a la guardería. Allí desayunaba, comía y merendaba. La mayoría de los días vomitaba algunas de las comidas, pero los pediatras me decían que era cuestión de tiempo, y que sólo debíamos dejar «madurar» su estómago.
No os voy a contar las lágrimas que he derramado por ver a mi hija vomitar una y otra vez. Por darle todo tipo de comida para «probar», he probado hasta darle primero el yogurt y luego el puré, porque hasta con el cambio de sabor y textura vomitaba.
Los pediatras me decían que era cuestión de tiempo. La niña no perdía peso, pero ha estado mucho tiempo estancada.
En niños con bajo peso, los pediatras te dicen que lo importante es que coma, por tanto la alimentación sólida ha venido más tarde, porque lo importante es que comiera, aunque fuera un puré. Mi hija empezó a masticar algo en el último año de guardería.
Mi niña es una niña sana, feliz, muy activa, muy poco dormilona, muy cariñosa, y muy «enmadrada», como dice mi madre.
Ahora tiene 3 años y 7 meses. Hace todas las comidas, es verdad que no repite, ni come nada entre horas, pero no se salta ni una, y son porciones normales de comida.
Los vómitos gracias a Dios han remitido, no del todo, pero por suerte, van siendo cada vez menos, y ahora el vómito puede aparecer una vez cada 15-20 días.
Ahora, como he dicho tiene 3 años y 7 meses, pesa 12 kg y mide 96cm».
Muchas gracias Noelia por vuestra bonita historia y a los que deseéis contar también vuestro testimonio, os recuerdo que me podéis escribir a bajopercentil@outlook.es.