Evidentemente, y como escribo en el título, no soy una experta en el tema, pero sí madre, y como tal puedo aportar algunos consejillos y esperar los vuestros para poder completarlo. ¡Seguro que siempre hay algún truquillo que podáis aportar!
Una vez vistos los consejos de pediatra para niños que no comen, me parece apropiado dar una visión de mami para acercaros un poco a la experiencia del día a día, que probablemente os resultará más familiar. Por supuesto, ni mis consejos serán válidos para todos los niños (yo sólo los he aplicado con la mía) ni son los únicos posibles. ¡ A veces hay actitudes inesperadas! Y ya de paso os enlazo en el texto del post algunos vídeos de bebés que os harán reír 😉
- No presionar. Es fácil decirlo y no tanto hacerlo cuando tu bebé o tu niño está al límite del peso, pero debes pensar que, aunque forzar puede funcionar en una ocasión, hartará al niño a medio-largo plazo y terminará viendo la comida como un suplicio. Además, puede provocar incluso que termine vomitando lo que ha comido, con lo que todo el esfuerzo habría sido en vano.
- Ponte cómod@. A tu niño no le entusiasma comer, de acuerdo. Pero como tampoco vas a presionarle, lo mejor es darle cuando tengas todo el tiempo del mundo y estar dispuest@ a sacar tu lado más paciente. Coge una silla a tu lado, háblale y hazle reír, que vea tu rostro relajado y no frustrado o preocupado. Las prisas no son buenas y ellos lo percibirán, así que si te urge hacer algo, hazlo antes aunque retrases un pelín su comida, y después siéntate tranquilamente para darle la comida.
- Destierra los enfados. Una vez más, es más fácil decirlo que hacerlo, pero sabes que debe ser así. El niño, por más que pienses que no come para fastidiarte, no lo hace por eso. Ya hemos hablado en otro post de los posibles motivos para que no coma. A lo mejor le pasa algo o, simplemente, se siente saciado o quiere jugar como éste y tienes que esperar un ratito con el resto del plato, recalentarlo un poquito o pasar al postre. ¡O tiene sueño como esta niña! Esto no quita que en algún momento perdamos los nervios, ¡somos humanos! Quizás puedes dar el relevo a otra persona o parar un momento a tranquilizarte antes de armarte de paciencia y seguir.
- No le compares. No olvides nunca que no puedes comparar lo que come con el vecino, porque probablemente ni tengan la misma constitución ni historial. Ni mucho menos decírselo: “Mira cómo come Diego, y tú qué mal comes”. En cambio sí puedes, sin abusar, usar la actitud de otros para motivarle: “Mira cómo come Diego, qué hambre tiene”.
- Si devuelve, ¿sigo dándole? Pues depende. Hay niños que devuelven por una flema, por un trozo de comida o algo distinto que no han podido evitar. Si percibes que ha sido así, prueba a seguir y según su actitud y si sigue con hambre, actúa en consecuencia. Obviamente, si devolvió porque no quería más, no es buena idea seguir forzando la situación.
- ¿Hacemos avioncitos? Muchos padres se desesperan entreteniendo a sus hijos para que terminen comiendo 5, 6 ó 10 cucharadas más. ¡Sería divertido ver un vídeo con la de monerías que se pueden llegar a hacer! a lo mejor os identificáis con este padre. Normalmente, los expertos recomiendan no hacer nada de esto, pero mi experiencia me ha llevado a un término medio: como puede ser agotador comenzar por entretener al niño desde el principio, es mucho más fácil aprovechar el primer tirón en que el niño tiene hambre sin entretenimiento (sin tele, sin juguetes, sin monerías…). Simplemente una actitud calmada, silencio o voz muy suavecita pero hablando poco y sonrisas. En mi caso esto hace que la peque se centre ese ratito en la comida, y es un rato que te ahorras de desgaste. Es probable que, una vez saciado su primer impulso de hambre, centre su atención en una mosca o cualquier cosa que se cruce en su mirada. Es el momento de darle un juguetito (¡uno sólo!) de plástico o goma, que si lo mancha se lava fácil. Normalmente, lo cogerá con sus manitas y dejará que sigas dándole de comer un ratito más mientras se entretiene. Cuando se canse y lo tire, puedes limpiarlo y dejárselo de nuevo o bien ofrecerle otro diferente. Agotados estos recursos (y no antes) pasamos a la tele y los dibujos animados. Para entonces, ya habréis llegado a algo más de la mitad de su platito, así que ya habréis cubierto el mínimo. Por tanto, no hace falta desesperarse si no termina.
- Evitar la sobreexcitación. ¿Por qué pongo arriba lo de la voz calmada, un estímulo detrás de otro en lugar de todos a la vez, etc.? Primero, para no agotar recursos desde el primer momento. Pero sobre todo, para no crear en el niño un estado de nerviosismo o excitación que nunca va a resultar positivo. Gritarle, aunque sea jugando, le hará querer moverse y jugar, ¡todo menos quedarse sentadito en una silla esperando venir una cuchara! Lo mismo sucederá si te pones a agitar un sonajero o cualquier objeto sin cesar.
- ¿Espectáculo en vivo? Sucede lo mismo que en el punto anterior. Si nos ponemos a cantar o bailar delante, querrá jugar y moverse también, o salir de allí. Ponte en su lugar: ¿Te ponen delante un concierto de tu grupo favorito y te quedas sentad@ tan tranquil@ comiendo bistec o saltas de la mesa y te unes a la fiesta? Podéis hacerlo si queréis al final de la comida o como colofón para celebrar lo bien que ha comido. Mejor aún si ponemos al hermanito mayor (si tiene) a hacer un videoclip delante, recurso que usáis muchas mamis y que además hará que el grande se sienta útil y divertido.
- Celebra sus logros. No hace falta montar un fiestón, pero cada vez que termine el plato puedes enseñárselo vacío y aplaudir diciendo: “¡Bieeeen!” para que sepa que eso te hace estar muy feliz. Por el contrario, si no termina o termina devolviendo, tampoco hay que regañarle, sino simplemente recoger sin celebraciones y ya está. ¡Habrá más suerte la próxima!
Pingback: ¡Benditos Cantajuegos y benditos cacharritos! | Bajo Percentil